ARGENTINA: EL CORTO PLAZO Y LA CONSTRUCCIÓN DE UNA NUEVA SOCIEDAD
Es correcto que nuestra preocupación de muy corto plazo, es
decir no más allá de diciembre de 2019, incluya
el déficit fiscal, la inflación, política monetaria, el tipo de cambio, el
salario real y el empleo. Durante
décadas hemos sido, como argentinos, incapaces de acordar políticas
macroeconómicas de largo plazo estables y consensuadas.
Lo que ocurre es que a
la inestabilidad y falta de reglas de juego internas o nacionales, se le agrega
que el mundo se mueve en una volatilidad que afecta las tasas de interés y el
flujo de capitales, los que, claramente, impactan más a las sociedades menos
organizadas en este orden macroeconómico. No debe descuidarse que este orden
macroeconómico es una disciplina en la política económica que opera como un
resguardo para lograr un riesgo país bajo y un acceso sin sobresaltos a la
globalización financiera.
Esta idea no se vislumbra como central en la disputa política,
mirando a la renovación presidencial y en los gobiernos de las provincias. A la
falta de una política de largo plazo debe agregarse que la economía funciona
con falta de competencia interna e internacional y la asignación de los
recursos, públicos y privados, no se realizan en base a prioridades de un
proyecto de país consensuado.
La consecuencia lógica
de este esquema de funcionamiento es que cada sector se defiende como puede
para no perder en la distribución del ingreso, produciendo una sociedad
corporativizada y poco transparente que tiene, como consecuencia grave, niveles
de pobreza e indigencia entre el 30/35% y una pérdida de protagonismo
latinoamericano y mundial notable.
Ante esta situación, insistimos que está bien ocuparse del
muy corto plazo en cuanto a las consecuencias negativas de lo que acontece,
pero, esta cruda realidad en el corto plazo no debe llevarnos a perder de vista
lo que debemos encarar para LA
CONSTRUCCIÓN DE UNA NUEVA SOCIEDAD que, centrada en la justicia distributiva de
la riqueza generada, se inserte en el mundo en forma competitiva, basando la
distribución del ingreso en la generación de puestos de trabajo de mayor
calidad mejor remunerados. Este objetivo central no podrá ser conseguido
sin un orden macroeconómico estable y un sistema educativo congruente con la
estrategia de producción.
Si esta última idea es
razonablemente correcta, ¿cuál es la causa por la cual nuestra sociedad
enfrenta cada vez una pobreza creciente?
La causa se encuentra en que no controlamos lo que acontece en un mundo volátil y cambiante y,
paralelamente, no somos eficientes y
efectivos en ser exitosos en lo que
deberíamos controlar que es nuestra propia política económica y social.
Por ello, si bien en la
etapa electoral será necesario proponer cómo superar el corto plazo, la clave
estará en cómo ordenar nuestra sociedad
en base a una estrategia de largo plazo.
Lo que ocurre es que el corto plazo nos enfrenta con un 2019
complejo y con graves problemas y con un 2020 que no cuenta con el apoyo
excepcional del FMI que ha permitido transitar el 2019. Por lo tanto, toda la dirigencia, comenzando
por el propio gobierno, debería
esforzarse en ordenar todo lo posible las reglas de juego que lleven a estar
mejor posicionados en el 2020 y, compulsa electoral mediante, sentar las bases
que abran el panorama de estrategias de largo plazo necesarias para que la
sociedad argentina inicie un período virtuoso de transformaciones que lleven a
una nueva sociedad.
Esta última observación está basada en el hecho de que, lo
complicado para obtener resultados en el manejo del nivel y volatilidad del
tipo de cambio como en la evolución de la inflación, es precisamente que el cortísimo plazo NO es independiente de
la ausencia de visiones y políticas públicas que lleven más allá de diciembre
de 2019 y que, a su vez, convenzan e influyan en las expectativas de los
sujetos económicos tanto internos como internacionales.
Si a ello le sumamos la
incertidumbre política respecto a las alternativas de posibles candidatos
que implican proyectos muy diferentes, se explica cómo es posible que la
inercia inflacionaria no ceda a pesar de la extrema y dura política monetaria
implementada por el Banco Central.
Por ello, una dura
política monetaria, sin perspectivas de reformas serias en lo macroeconómico y
agregando la incertidumbre política, han producido como resultado recesión y
desempleo como diferimiento en lograr las metas previstas en materia
inflacionaria.
A lo anterior en cuanto a la economía nacional, debe
agregarse que, luego de las medidas anunciadas por el Gobierno Nacional el
miércoles 17, el impacto negativo en el riesgo país y las cotizaciones a la
baja de las acciones de las principales empresas argentinas en las bolsas
mundiales, muestran que aunque las
medidas de corto plazo en materia de precios y crédito para los sectores más
desprotegidos son un alivio de corto plazo, no se tocaron el nivel del gasto
público y otras medidas que hagan sustentable el paso hacia el 2020.
Por lo tanto, si no se logra tanto por el gobierno como por toda la dirigencia, generar un
ambiente social superador, hasta las elecciones no podrá contarse con un
ambiente macroeconómico sustentable y controlable. Si esta realidad se presenta de esta forma, LA RESPONSABILIDAD DE LA
GESTIÓN DEL CORTO PLAZO CAERÁ SOLAMENTE SOBRE EL ACTUAL GOBIERNO.
En definitiva, este
será el ambiente económico dominante durante la compulsa electoral, y por ello se potenciará la incertidumbre
política sobre las medidas económicas de corto plazo, que llevarán a un
ambiente económico volátil y de alto costo social, interno e incertidumbre
internacional.
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