ARGENTINA Y EL IMPACTO DE LO FINANCIERO



UNA LECCIÓN QUE ARGENTINA NO DEBE OLVIDAR: ¿CÓMO NEUTRALIZAR ESTOS IMPACTOS?

LA CAÍDA DE LEHMAN BROTHERS Y LA VOLATILIDAD DEL SISTEMA FINANCIERO MUNDIAL

INTRODUCCIÓN:
En el mes de septiembre de 2008, hace una década, se operaba en los Estados Unidos la quiebra de uno de los operadores financieros más grandes del mundo como lo fuera Lehman Brothers, provocando desde ese momento una de las crisis financieras más profundas de la postguerra, con consecuencias que, en parte, han sido superadas en EEUU y que, por el contrario, la Unión Europea tarda en   darle un cierre definitivo.
El hecho de que al no haberse abordado seriamente las causas de semejante crisis mundial y el convencimiento de que la misma puede volver a repetirse en cualquier momento, llevan a la necesidad de llamar la atención sobre la forma que una economía emergente como la Argentina debería actuar con su política económica y darle suma importancia al riesgo-país.
SÍNTESIS DE “EL MECANISMO” DE CORRUPCIÓN:
Si bien las fechas del crítico momento de la quiebra de Lehman Brothers  se ubican en el entorno 2008/2009, ya hacía varios ejercicios que se hablaba del tema (¿problema?) de las hipotecas sub-prime en los EEUU. Con el potencial de la banca más grande del mundo, luego de agotarse la posibilidad de colocar préstamos con garantía hipotecaria a tomadores de primera línea, se inició una etapa de ampliación de carteras casi sin límites, en cuanto a capacidad de repago de los tomadores, ya que se fueron relajando los requisitos que definen la solidez de un tomador de créditos hipotecarios. No solamente esta característica en general, sino que los contratos cargaban elevados intereses sobre el saldo adeudado en los primeros períodos generando, obviamente, devengamientos superlativos de utilidades para los balances de las empresas financieras y, por consiguiente, una cotización, también superlativa, en Wall Street, de las acciones  de las empresas  titulares del negocio inmobiliario.
La anterior es una descripción “suave” de lo que los intermediarios financieros fueron capaces de hacer en el marco desregulado de los negocios.
Pero, todo aquel que maneja negocios de cualquier tipo y, más aún hipotecarios, sabe que una definición de la operación contiene el tema de los “intereses devengados” y otro, muy distinto, los “intereses percibidos” que, en definitiva, terminan definiendo la diferencia que lleva a que las utilidades de las empresas sean “líquidas y realizadas” y, por lo tanto, puedan disponerse para cualquier finalidad en forma legítima, sea destinando a reservas, reinvirtiendo y/o distribuyendo entre los accionistas. Esta última situación debería llevar, en forma genuina y sustentable, a crecientes cotizaciones en las bolsas por parte de las empresas que se encuentren en esta situación. En el momento que comienzan a percibirse atrasos en los cumplimientos de los tomadores del crédito hipotecario, lo indican las normas generalmente aceptadas de la contabilidad y la administración, las empresas deberían previsionar o provisionar, según el grado de deterioro de las carteras, contra parte de los devengamientos teóricos, afectando, como consecuencia, el nivel de las utilidades finales y, por consiguiente, su cotización en las bolsas.
IMPACTO PLANETARIO:
Semejantes negocios que generaban excedentes (¿espurios, fraudulentos?) casi a voluntad,  permitieron que, a su vez, se distribuyera por todo el mundo, por medio de descuentos de carteras hipotecarias, una participación universal de la banca en semejante negocio,  basado en una expansión de carteras sub-prime con elevados devengamientos de intereses.
En una etapa intermedia aun controlada, al tratarse de hipotecas subprime, se deberían haber constituido previsiones para deudores incobrables más rigurosas que una hipoteca de primera línea y, ya desde ese momento, castigar las utilidades devengadas y aparecer en las bolsas con una realidad en los balances que respeten no solamente las leyes sino, también, las reglas elementales de los estados contables. Por ello, también debe incluirse en “el mecanismo” el papel clave de Wall Street, que gozó de la etapa del boom de las utilidades devengadas, pero, tuvo que tener el apoyo de Ben Bernanke, en ese momento presidente de la FED, para no colapsar. Por supuesto, este impacto negativo en la bolsa más grande del mundo se extendió a las otras bolsas, así como en el momento de auge todas gozaron del descuento de carteras de alto rendimiento.
Luego, ¿cómo ocurrió la caída de Lehman Brothers y la Reserva Federal Norteamericana (FED) tuvo que salir a rescatar a mega bancos como el Citigroup, Bank of American, la aseguradora AIG, y los gigantes del refinanciamiento hipotecario Fannie Mae y Freddie Mac?
Todo se origina en la desregulación del sistema financiero norteamericano que, en palabras del propio Alan Greespan (ver su libro La Era de las Turbulencias), por mucho tiempo presidente de la FED, debía confiarse en la AUTOREGULACIÓN por parte de los bancos. Esta palabra, que era muy difundida en EEUU, como centro de la naturaleza del sistema financiero desregulado, llevó en definitiva a una corrupción en los negocios financieros de alcance mundial, facilitados por la ausencia de auto-regulación de los sujetos financieros y de una falta de monitoreo y sanción de los desvíos respecto a las buenas prácticas por parte de la autoridad monetaria, tanto a nivel de EEUU como de la Unión Europea.
Esta visión se complementó con la idea, respecto a las entidades financieras norteamericanas, en el sentido de “DEMASIADO GRANDE PARA CAER”. Estas dos ideas (autorregulación y demasiado grande) influyeron en las reformas al sistema financiero de EEUU y del mundo a fin de afrontar el tema hacia el futuro, pero, no fueron muy exitosos estos esfuerzos, ya que las entidades financieras influyeron para que no se recortara sus facultades para generar instrumentos “colaterales” o “secundarios”, base del potencial para generar “oferta monetaria” a nivel planetario.
Por ello se piensa que el mundo económico y financiero queda expuesto, en cualquier momento, a una nueva crisis financiera mundial. Algo han adelantado las novedades aparecidas durante el 2018 en el mundo, ante la política de Donald Trump y su impacto en los países emergentes, incluido Argentina.
GLOBALIZACIÓN FINANCIERA Y ECONOMÍA REAL: LA NECESIDAD DE UN GOBIERNO PLANETARIO
A partir de 2008/2009 se genera un proceso que lleva a una crisis en el sistema financiero de alcance mundial, que comprometió el funcionamiento del propio aparato productivo real.  Sus consecuencias han sido catalizadas con sucesivos rescates de hipotecas subprime por parte de la FED, pero, sus consecuencias aún perduran en la zona del euro.
Un efecto secundario que se presentó, sobre todo en la Unión Europea, es que los Gobiernos, para evitar la caída de los bancos, comprometieron sus finanzas públicas con rescates y subsidios, impacto que sigue aún en esta época en varios países de la zona del euro.
Visto desde una apreciación global del sistema de economía basado en la libre iniciativa, podría decirse que lo acontecido puede valorarse como una “traición” de la economía financiera respecto a la economía real, o del “capitalismo financiero” respecto al “capitalismo industrial”. Con esta experiencia, la economía monetaria ha adquirido una autonomía respecto a la inversión y la producción, tomando una dimensión varias veces superior al PBI real.
La clave de esta revolución en el sistema financiero mundial es que la crisis se origina debido a que se pierde idea precisa respecto a la cantidad de dinero global y, paralelamente, más grave, de la evaluación del riesgo a nivel planetario. Por ello, desde hace décadas se piensa en la necesidad de un GOBIERNO DE LA GLOBALIZACIÓN en general y, de la GLOBALIZACIÓN FINANCIERA, en particular. Pero, debe tenerse en cuenta, en una visión universal, que este papel de la globalización financiera ha sido facilitado por el endeudamiento de los gobiernos y, paralelamente, por una caída de la productividad y eficiencia de las industrias que se resguardaron en el apalancamiento financiero y no en las reformas estructurales, al igual que las finanzas públicas.
LA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL Y LA RESPUESTA DE LOS EMERGENTES: ¿QUÉ DEBE HACER ARGENTINA?
LA RSE AMPLIADA:
Sin entrar a esta última esfera de razonamiento en la presente oportunidad, es nuestra intención destacar que los acontecimientos de 2008/2009 en EEUU, teniendo como actores principales a los grandes bancos, constituyeron la expresión superlativa de la CORRUPCIÓN en los negocios. La descripción realizada más arriba de cómo se configuraron estas operaciones corruptas, rompiendo todo límite que pudiera poner la AUTO-REGULACIÓN que presuponía la liberalización del sector, son una presentación moderada y suave de las operaciones inimaginables para un contador, economista, financista o administrador que podrían formularse en la generación de negocios.
Por ello cabe preguntarse ¿Qué pasó con la Responsabilidad Social Empresaria (RSE)?
Alan Greenspan pensaba que la desregulación no generaba riesgos para la economía y los negocios ya que confiaba en la AUTOREGULACIÓN. Es decir, las autoridades monetarias y políticas trasladaron la responsabilidad de los efectos de la desregulación hacia los empresarios, reduciendo la de los entes reguladores y el Estado en general.
Pareciera que dejar solos a los empresarios financieros, sin suficientes regulaciones y monitoreo adecuado por parte de los entes reguladores y el Estado, ha resultado altamente negativo, visto esto desde los resultados obtenidos.
Quiere decir que la RSE clásica no resultó suficiente para encausar la conducta de los empresarios implicados en la crisis financiera mundial 2008/2009. Por ello se plantea la necesidad de reformular o completar la RSE clásica con una versión AMPLIADA, adecuada a los tiempos actuales del funcionamiento del sistema económico y financiero mundial, que continúa, a una década de la referida crisis, no solamente sin un GOBIERNO DE LA GLOBALIZACIÓN sino también sin un GOBIERNO DE LA GLOBALIZACIÓN FINANCIERA.
Esta RSE AMPLIADA debe tomar en cuenta la justicia distributiva, el compromiso con el bien común, la reinversión aumentando la producción y el empleo, una atención especial con su lugar de localización, difundiendo el conocimiento técnico y el desarrollo regional. Esta misma definición hace ver el largo camino que resta transitar en el mundo empresario.
LA RESPUESTA ARGENTINA:
 Paralelamente a una NUEVA RSE, debe llamarse la atención sobre cómo debe resguardarse una economía emergente ante este permanente riesgo que plantea la volatilidad del sistema financiero mundial que, hace poco tiempo, ha implicado un efecto muy negativo a nivel de toda América Latina y, especialmente, en Argentina.
Un indicador orientativo importante puede obtenerse de observar el nivel del RIESGO-PAÍS para un grupo de países emergentes y, en particular, para nuestro país. De enero a marzo de 2018, momento hasta el cual presentaba un comportamiento “razonable” el plan económico nacional, el riesgo-país argentino estaba a nivel promedio de 400 puntos básicos, siendo el nivel promedio de América Latina en el orden de 395.  A partir de la segunda parte de abril de 2018, el riesgo-país argentino trepó rápidamente hasta llegar a 783 puntos básicos en el mes de septiembre, alcanzando casi el doble que el promedio latinoamericano.
A partir de este punto máximo Argentina ha reducido su riesgo-país a 650/660 puntos básicos, pero, la emisión de deuda soberana  en el mundo de países emergentes se está realizando a niveles de 350/450 puntos básicos. Como un indicador relevante debe tenerse en cuenta que, a pesar de su crisis política y de la corrupción, Brasil, en Octubre de 2018, alcanza los 260 promedio, atendiendo a que su política macroeconómica se mantuvo controlada y no se puso en juego la seguridad jurídica.  Por lo tanto, Argentina está en clara baja del riesgo en el mes de Octubre de 2018, pero, no  logrará acercarse a los 395 del promedio latinoamericano y reposicionarse en los mercados financieros para emitir deuda soberana, si no se demuestra claramente una decisión político-institucional, que va más allá que del propio gobierno nacional y abarca a toda la dirigencia, en un mediano plazo o, por lo menos, mirando al 2019. Es decir, debe demostrarse un nuevo orden, ratificado institucionalmente, en el ámbito monetario, fiscal cambiario e inflacionario que sirva de soporte a la presencia argentina en el sistema financiero mundial.
Desde los cambios en el BCRA en el mes de Octubre de 2018 y la nueva (enésima) política económica del Gobierno Nacional, apoyada en el último acuerdo con el FMI, la cotización de la deuda soberana argentina ha subido y, por consiguiente, el riesgo-país ha bajado, pero, nos preguntamos ¿seguirá bajando a fin de arribar a los niveles actuales del mundo emergente, o sea de 650 a 350 puntos básicos? O sea, en el corto plazo, los efectos de la política económica han sido positivos, pero, en el mediano plazo o, por lo menos hasta 2020, ¿se profundizarán y constituirán una nueva cultura económica?
Para que este proceso ocurra, nuestro país debe dar respuestas sustentables que vayan más allá del fuerte apretón monetario que realiza el BCRA con la política de emisión cero y déficit fiscal cero. Esta política producirá efectos estabilizadores de la variabilidad cambiaria en el corto plazo, pero, no se sabe aún si para todo el 2019. Además de un fuerte impacto negativo en el nivel de actividad y empleo.
Mientras este reordenamiento se concreta, jugará un papel “garantizador” de los vencimientos de deuda el acuerdo con el FMI, pero, desde el 2020 será necesario que Argentina se auto sostenga con un riesgo-país no superior a 400 puntos básicos. Ello será consecuencia, solamente, de un reordenamiento macroeconómico sostenible y consensuado de la dirigencia argentina, no solamente del actual gobierno.

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