ARGENTINA Y SU CARRERA CONTRA EL RELOJ


VERSIÓN RESUMIDA

1.- A nuestra sociedad se le acercan momentos cruciales para su destino de mediano y largo plazo en el marco de los efectos negativos de la corrida cambiaria y aceleración inflacionaria a partir del segundo trimestre de 2018.

2.- En la consideración de la realidad económica y social tiene mucha importancia el plazo de análisis. Precisamente, a partir de los acontecimientos y datos de la realidad, surgen para la sociedad argentina tres plazos muy definidos para el análisis y la acción: el último trimestre de 2018; el ejercicio 2019 elecciones mediante y, finalmente, el 2020, que en este momento es como un muy largo plazo, atendiendo a los cambios e interrogantes que se observan ubicados en octubre de 2018.

3.- En el último trimestre de 2018 deben lograrse metas críticas como romper la inercia inflacionaria, progresar en los reacomodamientos que generen las reabiertas paritarias y, como prioritario a lo anterior, atender los sectores pobres, el mercado informal de trabajo y el reacomodamiento de las PYME.

4.- SEGUNDO PLAZO CLAVE para nuestra sociedad: EL EJERCICIO 2019. Es tan solamente UN ejercicio, con elecciones presidenciales mediante, en el cual es necesario acordar cuestiones fundamentales.

5.- Estos cambios, que deberían concretarse en el 2019, abarcan tres pilares como son: Primero, establecer reglas de juego consensuadas de largo plazo en materia monetaria, fiscal, cambiaria e inflacionaria. Segundo, definir el grado de competencia interior, que es una simbiosis entre la apertura de la economía, fruto de la estrategia de inserción internacional, y la ley de defensa de la competencia y del consumidor nacional. Tercero, una asignación óptima de los recursos escasos, públicos y privados, en función de un plan de desarrollo de largo plazo consensuado socialmente. Pero, como resultado de avanzar o no en los tres aspectos anteriores, aparece un cuarto pilar como es la reducción de la pobreza y la creación de puestos de trabajo de mayor calidad mejor remunerados, como clave para superar la pobreza estructural. En definitiva, debe construirse CONFIANZA.

6.- ¿Para qué mirar el 2020 que parece tan lejano?
La diligencia política y la sociedad civil deben tener clara conciencia de que es fundamental avanzar, durante 2019, en los cuatro aspectos anteriores, que darían solidez y perspectiva a la sociedad argentina y la posicionarían en forma sustentable,   ante el mundo y la misma sociedad, mirando el 2020. Este es precisamente el punto final a destacar: El 2020 está huérfano de todo, sin FMI y sin saber hacia dónde irá la sociedad argentina, tanto para sí misma como para el resto del mundo. Si no se avanza en los cuatro pilares antes presentados, llegaremos al 2020 totalmente expuestos ante el mundo y con pobreza creciente a nivel local. Por supuesto: llegar al 2020 implica superar el cortísimo plazo del cuarto trimestre de 2018 y construir futuro en el 2019.


INTRODUCCIÓN:

Cuando una sociedad se encuentra en situaciones difíciles, es necesario tomar conciencia de   ciertos cambios que deben hacerse, en función de un objetivo común, en el momento que corresponde, para cambiar el sentido de los acontecimientos y mirar hacia un futuro nuevo.
En el caso de nuestro país, hace décadas que no se acierta en acordar un destino común y obrar en consecuencia en todos los niveles. Pero, en la última etapa democrática, arribamos en el siglo XXI y a partir de 2015 a un momento crucial en el cual debemos tomar decisiones en poco tiempo que afectarán el futuro.
Acordado, finalmente, los lineamientos con el FMI y tanto las pautas macroeconómicas como el adelantamiento del “blindaje” financiero para el 2019, por un lado, y elevado el presupuesto 2019 a la Cámara de Diputados de la Nación, por otro, podemos decir que a nuestra sociedad se le acercan momentos cruciales para su destino de mediano y largo plazo en el marco de los efectos negativos de la corrida cambiaria y aceleración inflacionaria a partir del segundo trimestre de 2018.

LOS PLAZOS DE ANÁLISIS:

En la consideración de la realidad económica y social tiene mucha importancia el plazo de análisis. A partir de los acontecimientos y datos antes referidos, surgen para la sociedad argentina tres plazos muy definidos para el análisis y la acción: el último trimestre de 2018; el ejercicio 2019 elecciones mediante y, finalmente, el 2020, que en este momento es como un muy largo plazo, atendiendo a los cambios e interrogantes que se observan ubicados en octubre de 2018.
Atendiendo a la realidad observada en el mes de octubre de 2018, mirando el presupuesto 2019 y los supuestos comunicados por el nuevo presidente del Banco Central, debe tomarse como objetivos de la política económica nacional tender a un déficit público primario cero para el Gobierno Nacional y fijar una política monetaria que tome variación cero (nominal) en la cantidad de dinero en la economía.   Es decir, reducción del gasto público nacional y no solamente no financiamiento del déficit público, sino, más duro aún, no aumentar la cantidad de dinero en la economía en términos nominales.

Así, EL PRIMER PLAZO DE ANÁLISIS CRÍTICO a tomar en cuenta es ÚLTIMO TRIMESTRE DE 2018, que puede prolongarse en sus efectos al primero e, inclusive, el segundo trimestre de 2019. Una primera idea es que sería muy importante que esta prolongación no se opere y que los efectos de “ajuste”   se completen en el último trimestre de 2018.
Como primer elemento destaquemos que, al margen de cualquier otro asunto, uno de los elementos negativos heredados de la anterior administración lo constituye la “cultura inflacionaria”, reinstaurada, por lo menos, desde 2013 en adelante y que no pudo dominarse por la administración iniciada en Diciembre de 2015.  Así, déficit fiscal, emisión monetaria y deuda pública para financiarlo e incertidumbre cambiaria llevaron a los acontecimientos del segundo trimestre de 2018.
Por ello, hay que destacar que, durante el último trimestre de 2018, deben darse cambios centrales, no solamente para la política económica sino para el equilibrio social. Son básicamente tres. 

El primero, lograr vía variación de la cantidad de dinero cero, romper la INERCIA INFLACIONARIA que a esta altura está calculada en un nivel de 40/45% anual y, para el 2019, debe pasar a un nivel del 20/25%. La inercia inflacionaria está radicada, sobre todo, en el empresariado privado y en la relativa reducción de la presión fiscal y actualización de tarifas y subsidios del sector público. El control de la cantidad de dinero, las altas tasas de interés y la falta de crédito, llevarán a una dura adecuación del sector productivo en términos reales y financieros.  Cuanto antes concluya esta adecuación, menores serán los efectos adversos sobre el nivel de actividad y el empleo. También y, complementariamente, las familias deben adecuar el consumo  al nuevo nivel de precios y atrasos en el ingreso familiar,   sobre todo por el costo muy elevado de las tasas de interés.
El segundo cambio fundamental está basado en la efectiva acción de las paritarias. Por vía de estos mecanismos  institucionalizados, que ordenan la relación entre el trabajo y los empleadores,   deben acercarse los acuerdos paritarios realizados antes del segundo trimestre de 2018, a la nueva situación de precios y tipo de cambio. La mayoría de los convenios colectivos contienen cláusulas de revisión o gatillo y, con variedad sectorial, se acercarán o no al deterioro provocado por la inflación. Esta realidad llevará a una caída del consumo global en la emergencia.
El tercer cambio central a producirse en el último trimestre de 2018 es muy importante para transitar el corto plazo y el impacto social y productivo en la emergencia: la   atención de los sectores pobres y marginales como el mercado informal de empleo deben tener una especial atención. Paralelamente, tomando en cuenta los efectos del primer grupo de cambios previstos en cuanto a las altas tasas de interés y escasez de crédito, es necesario un apoyo especial para Pymes a fin de facilitar el apalancamiento financiero que les permita arribar a la nueva situación, que puede ser de un trimestre, idealmente, o prolongarse a dos o tres como ha sido anunciado.

Si somos capaces como sociedad, gobierno y oposición, de transitar tan compleja realidad como la que ha quedado planteada desde el tercer trimestre de 2018, aparece el SEGUNDO PLAZO CLAVE para nuestra sociedad: EL EJERCICIO 2019. Es tan solamente UN ejercicio, con elecciones presidenciales mediante, en el cual es necesario acordar cuestiones fundamentales. Hay una clave para entender la magnitud de la urgencia: En el curso de 2018 y comparados con el grupo principal de países emergentes (China, India, Brasil, Turquía, Sudáfrica, Rusia y México) Argentina se destaca negativamente por su déficit presupuestario y de cuenta corriente del balance de pagos,  a los que, si se suman los vencimientos de deuda soberana, a nivel internacional se ubica a Argentina como proclive a un default, inclusive luego del primer apoyo de u$s50.000 millones de dólares del FMI. Es decir, la corrida cambiaria tiene, básicamente, un origen de desconfianza INTERNACIONAL respecto a la posibilidad de que Argentina pueda afrontar los vencimientos, luego, se abre el riesgo de default.

Esta situación no solamente debe ser adjudicada a las falencias del propio gobierno nacional, sino también a la oposición que, desde Octubre de 2017, ha realizado una acción opositora sistemática que debilitó, visto desde el sistema financiero internacional, la fortaleza del gobierno de garantizar un financiamiento externo creciente para solventar el déficit fiscal que no supo controlar en la medida esperada. 

Por lo tanto, luego de adelantar los apoyos del FMI al ejercicio 2019 y aumentar el nivel del apoyo por arriba del inicial, pareciera que Argentina inicia una etapa donde se ha superado el riesgo de default, afianzado, también, por haberse adelantado las metas de déficit fiscal e inflación más estrictas al 2019, respecto a los primeros acuerdos con el FMI.

Todo esto ha quedado reflejado en el presupuesto 2019, recientemente elevado a la Cámara de diputados de la Nación. El inicio de las discusiones respecto a este instrumento hacen observar que la dirigencia política ya está en acción  para las elecciones 2019 y no vislumbra el desafío verdadero de los cambios que deben concretarse en el 2019, incluido, por supuesto, hasta diciembre de 2018, el de la aprobación del presupuesto del próximo ejercicio, debidamente consensuado.

Así, mirando el posicionamiento nada ventajoso de Argentina en el mundo, tanto comercialmente como financieramente, en el 2019 deben concretarse pilares fundamentales para una visión sustentable de largo plazo. Estos pilares fundamentales provienen de falencias de la dirigencia y de la sociedad misma para posicionarse en el nuevo mundo económico y financiero, de tal forma de neutralizar los efectos negativos de la economía interdependiente como de aprovechar sus potencialidades.

Estos cambios, que deberían concretarse en el 2019, abarcan tres pilares como son: Primero, establecer reglas de juego consensuadas de largo plazo en materia monetaria, fiscal, cambiaria e inflacionaria. Segundo, definir el grado de competencia interior, que es una simbiosis entre la apertura de la economía, fruto de la estrategia de inserción internacional, y la ley de defensa de la competencia y del consumidor nacional. Tercero, una asignación óptima de los recursos escasos, públicos y privados, en función de un plan de desarrollo de largo plazo consensuado socialmente. Pero, como resultado de avanzar o no en los tres aspectos anteriores, aparece un cuarto pilar como es la reducción de la pobreza y la creación de puestos de trabajo de mayor calidad mejor remunerados, como clave para superar la pobreza estructural.

¿Para qué mirar el 2020 que parece tan lejano?
No debe descuidarse que en el Presupuesto 2019, donde pareciera que está contenido un gran acuerdo Nación-Provincias y que propone un déficit primario cero, ello se logra con la creación de nuevos impuestos a todos los sectores y avanza sobre el impuesto a las ganancias de la clase media, relativizando, a su vez, la reforma fiscal que debían implementar las provincias. Paralelamente, para reducir los subsidios y así hacer caer el gasto público, aumentarán los precios de los servicios públicos para las familias. Es decir, algo así como LA POLÍTICA CONTRA TODA LA SOCIEDAD, ya que se aumenta la presión fiscal en una sociedad con la mayor presión de la historia y, paralelamente, se resguarda el poder presupuestario público a todos los niveles. Esto puede ser aceptado, solamente, en una emergencia extrema como la que ha quedado configurada y, es clave tenerlo en cuenta, mirando el futuro.
Por otro lado, visto desde el orden internacional, Argentina quedó en el grupo de los menos confiables y al borde del default, inclusive con el primer apoyo del FMI. Por ello debe construirse confianza durante 2019.
La dirigencia política y la sociedad civil deben tener clara conciencia de que es fundamental avanzar, durante 2019, en los cuatro aspectos  referidos, que darían solidez y perspectiva a la sociedad argentina y la posicionarían en forma sustentable,   ante el mundo y la misma sociedad, mirando el 2020. Este es precisamente el punto final a destacar: El 2020 está huérfano de todo, sin FMI y sin saber hacia dónde irá la sociedad argentina, tanto para sí misma como para el resto del mundo. Si no se avanza en los cuatro pilares antes presentados, llegaremos al 2020 totalmente expuestos ante el mundo y con pobreza creciente a nivel local. Por supuesto: llegar al 2020 implica superar el cortísimo plazo del cuarto trimestre de 2018 y construir futuro en el 2019.
Esta respuesta es responsabilidad no solamente del Gobierno Nacional, sino de toda la dirigencia y, si prevalece el interés electoral y de poder, nuestra sociedad quedará sin ideas sustentables en el tiempo y fuera de relaciones internacionales que le permitan financiarse y avanzar hacia nuevos escenarios más justos y participativos.







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