¿QUÉ DEBE HACER UN PAÍS EMERGENTE PARA NEUTRALIZAR (Y APROVECHAR) LA NUEVA ECONOMÍA MUNDIAL?


Si se toman en cuenta todas las versiones periodísticas y no periodísticas y la movida comunicacional en redes y por todos los medios imaginables, se llega a la impresión de que nos encontramos indefensos como país ante las amenazas del “neoliberalismo” (desde afuera) como de fuerzas internas, opositoras al gobierno, que llevan a la sociedad a un callejón sin salida y, peor aún, con un aumento inmediato de la pobreza.
¿Cómo orientarse para ver dónde estamos y hacia dónde deberíamos ir como sociedad?
LA PRIMERA cuestión a plantear es que EL MUNDO ES COMO VIENE, no como nosotros desearíamos que fuera. POR ALGO ESTAMOS CATEGORIZADOS, SOBRE TODO, COMO “PERIFÉRICOS” y, recientemente, quedamos en la categoría de países EMERGENTES luego de que el anterior gobierno nos ubicara, cómodamente, en la categoría “de frontera”. Estas categorías no solamente nos excluyen de la toma de decisiones fundamentales del grupo de los desarrollados sino que nos exige auscultar hacia dónde van las decisiones y los cambios en la economía, el comercio y las finanzas mundiales. Este mundo es clave identificarlo debidamente, ya que se constituye en el principal grupo de VARIABLES NO CONTROLABLES POR NUESTRA SOCIEDAD.
Admitido lo anterior, lo peor que una sociedad puede llevar adelante es ignorar o tener una versión incorrecta de la realidad NO controlable y, paralelamente, no atender debidamente lo que SÍ controla.
EL SEGUNDO punto importante está referido a las transformaciones que, ya desde la década de los ochenta, deberían haber ejecutado los llamados países emergentes, incluido Argentina, no solamente para neutralizar los efectos negativos de la globalización sino, también, para potenciar sus oportunidades.
Estas transformaciones contienen puntos críticos que si los países emergentes no las ejecutaron o las demoraron quedaron expuestos a las nuevas dinámicas de la economía mundial. Los puntos relevantes de estas transformaciones abarcan el establecimiento de un orden macroeconómico (monetario, fiscal, cambiario e inflacionario) que lleve a una política económica  y reglas de juego estables en el largo plazo y mantenga reducido, por esa razón, el riesgo-país. Paralelamente, las economías no pueden continuar organizadas como economías cerradas sino deben abrirse al mundo interdependiente, reorganizando sus eslabones productivos según sus ventajas comparativas y competitivas. Esta nueva inserción internacional, que se mantiene en sus exigencias inclusive en la actual situación de la economía mundial, implica modernizar toda la infraestructura y logística en función de la estrategia de inserción mundial. Como un punto clave y crítico aparece la nueva naturaleza de las formas de organización de la producción a nivel mundial: el conocimiento y la inventiva. Existe en forma demoledora un cambio en las ventajas comparativas y competitivas que privilegian el conocimiento, Por ello se dice que predominará en el mundo una economía del conocimiento. Luego, aparecen como críticos a nivel nacional, los sistemas educativos y la construcción del capital humano y social.
A partir de los cuatro puntos centrales de las transformaciones necesarias, que afectan sobre todo a la economía real, se presenta la parte referida a la economía monetaria a nivel planetario que opera según la llamada GLOBALIZACIÓN FINANCIERA. La falta de control de la cantidad de dinero y el riesgo a nivel global, ha llevado a un mercado financiero planetario varias veces superior al PBI mundial. Esto tiene como contracara su volatilidad aunque, dentro de las condiciones que impone en cuanto a la oferta y demanda de crédito, es posible acceder a financiamiento con costos financieros bajos o muy bajos. Pero, para que ello ocurra, el riesgo país de los emergentes demandantes de crédito debe ser bajo. En este punto la globalización financiera se relaciona con el orden macroeconómico de cada sociedad y la estabilidad de sus reglas de juego que se derivan de un cierto orden político-institucional.
A esta altura estamos en condiciones de acercarnos a una respuesta respecto a cómo nuestro país reaccionó ante estas transformaciones desde la década de los ochenta o, por el contrario, quedó expuesto por su falta de adecuación a semejantes cambios en la economía, comercio y finanzas mundiales.  
Casi bastaría como respuesta decir que, desde 1984, nuestra sociedad ha afrontado cambios permanentes en su política económica, no menos de tres veces en el período de Alfonsín; cuatro en el gobierno de Ménem; varias en el corto período de De la Rúa y no menos de cuatro etapas desde la crisis 2001 hasta el 2015. Es decir, cambios en la política económica, inclusive, dentro del mismo gobierno o dentro del mismo partido político. Nuestra sociedad se ha caracterizado por su inestabilidad político-institucional y macroeconómica.  Un país como Chile ofrece, desde Pinochet y hasta hoy, con alternancia política, varias décadas de reglas de juego estables (1973/2018) que se reflejan en su riesgo-país, varios cientos de puntos básicos por debajo de Argentina. Lo mismo puede decirse de Brasil, salvo los últimos períodos desde la última parte del gobierno de Dilma (1965/2014).
LA INESTABILIDAD POLÍTICO-INSTITUCIONAL de nuestra sociedad produjo un fenómeno creciente de “fuga de capitales”, inefectivo proceso ahorro-inversión, deuda externa creciente con sus consiguientes default, bajo crecimiento económico, INFLACIÓN E HIPERINFLACIÓN y pobreza creciente, llegando actualmente a la casi increíble INJUSTICIA DISTRIBUTIVA de haber generado un 30%(35%?) de pobres en una de las sociedades de mayores posibilidades de producción del mundo.
No deben hacerse más análisis complejos, debe admitirse esta realidad cruda y plantearse un objetivo superador para toda la sociedad.
Es decir, no estamos, en septiembre de 2018, analizando un mero deslizamiento y corrida cambiaria como sus efectos en los precios y en la canasta básica. La degradación generada por la corrupción, manifiesta de múltiples formas, como el crítico panorama macroeconómico y político-institucional, llaman la atención de que nuestra sociedad debe ser refundada hacia el futuro y en esa tarea debemos ser capaces de generar un proceso participativo pero sistemático y ordenado en el cual todos seamos capaces de aportar lo necesario.
¿CUÁL PUEDE SER EL PRIMER PASO HACIA LA RECONSTRUCCIÓN? Indudablemente la presentación del Presupuesto 2019 (mediados de septiembre) al Congreso Nacional que, en principio, debería contener los acuerdos básicos entre todos o casi todos los sectores, de tal forma que se concrete, en este 2018, un punto de inflexión en el deterioro económico-social, es decir parar las marcas negativas de las variables e iniciar un remontar hacia fines de 2018 y durante 2019 en las principales variables.
De todos modos los números de los cuales partimos (¿NUEVAMENTE?) son muy críticos como para pensar en que NO ESTAMOS SINO EN UNA ETAPA FUNDACIONAL QUE ESPEREMOS SEA LA ÚLTIMA: en el presente ejercicio el PBI caerá un 2,5% y será de crecimiento cero en el 2019; el desempleo subirá al 9,5%; la inflación podría trepar al 42% y, muy grave, la pobreza, que había comenzado a descender, llegaría al 34%.  
Debe tenerse en cuenta que el ver aprobado con amplio consenso político el Presupuesto 2019 es visto, en este momento de Septiembre de 2018, como la muestra más esperada para reconstruir la relación con los mercados financieros internacionales.
A pesar de que sea posible este importante logro por parte de toda la dirigencia, no debe descuidarse que SOLAMENTE INICIAREMOS UN LARGO CAMINO, QUE DURARÁ DÉCADAS, HACIA LA CONSTRUCCIÓN DE LA CONFIANZA CON EL MUNDO, tal como les costara esta construcción a Chile y Brasil. ¿ESTAREMOS EN CONDICIONES DE GARANTIZAR ESTE PROCESO LARGO O LA INESTABILIDAD POLÍTICO-INSTITUCIONAL, ECONÓMICA Y SOCIAL NOS SEGUIRÁ DESAFIANDO?
En una sociedad tan controvertida como la actual de nuestro país, no estamos hablando de algo simple, ya que debe darse respuesta a cuestiones primarias fundacionales en una sociedad que ha llegado a altos niveles corporativos y de corrupción. Nuestra sociedad carece de SENTIDO ESTRATÉGICO por su propio conflicto interno. El camino a seguir no es meramente instrumental.
¿QUIEN SE HARÁ CARGO DE ESTA RECONSTRUCCIÓN? Sirva el presente como un LLAMADO DE ATENCIÓN que lleve a reconocer que esta etapa no es solamente responsabilidad del actual gobierno, ya que reconstruir la confianza con el mundo llevará varios gobiernos constitucionales y requerirá decisiones sustentables en el tiempo.
LA CLAVE es que los cambios que se acuerden  lleven a una sociedad CON JUSTICIA DISTRIBUTIVA, es decir, donde se cumpla el principio del DESTINO UNIVERSAL DE LOS BIENES DE LA TIERRA, o sea una sociedad donde el hombre pueda extraer de la Creación no solamente los bienes necesarios para su subsistencia sino, también, para su pleno desarrollo.   

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