ARGENTINA LUEGO DE LA CORRIDA CAMBIARIA ¿HACIA DÓNDE VAMOS?

Para adquirir una visión de futuro, pero no muy largo, es necesario tomar en cuenta tres aspectos.
EL PRIMERO, se refiere a la necesidad de tener una perspectiva y conocimiento de lo que acontece en la economía mundial y, especialmente, en la globalización financiera, luego de la crisis mundial 2008/2009. Comenzando por la cuestión de las hipotecas sub-prime de los EEUU y siguiendo por sus efectos multiplicados en el resto del mundo, provocando crisis sucesivas en la banca y el sistema financiero, ya en el 2018 puede decirse que, a pesar de todo lo que podría haberse esperado, tanto en cuanto a la cantidad de dinero global como al cálculo del riesgo se ha avanzado poco y, por supuesto, la conclusión de los analistas es que una crisis como la referida podría repetirse en cualquier momento más que quedar superada, tanto en lo que se refiere al sistema financiero global como a sus efectos sobre la economía real.
En ese marco existen puntos que deben ser destacados para llamar la atención sobre el riesgo de avanzar con una estrategia económica que dependa en exceso del apalancamiento en el sistema financiero global. Esto es válido para todos los países emergentes que, descuidando el equilibrio fiscal y el balance en cuenta corriente, aparecen con un riesgo país que los coloca con un financiamiento caro y condicionado. Para ello debe tenerse en cuenta lo acontecido en la última década, donde la tasa PRIME para empresas de primera línea en EEUU como la tasa LIBOR de la banca de Londres se han encarecido, aumentando el costo del acceso al mercado financiero global. El riesgo país, a su vez, ha servido como un indicador del grado de consistencia de las políticas económicas de los países emergentes y de su posibilidad de evitar corridas y abandono rápido por parte de los flujos financieros globales. Este ambiente incierto y condicionado, sufre un golpe frontal con las políticas de EEUU, que requieren de un importante financiamiento que lleva a canalizar ahorros mundiales hacia la mayor economía del mundo para financiar el déficit del presupuesto norteamericano.
Aquí aparece el SEGUNDO aspecto a destacar y es de naturaleza metodológica, aunque tan importante o más que cualquier dato cuantitativo. Se refiere a que, tanto desde el punto de vista de cómo se formula una política económica como lo que se aprende en planificación y en econometría, toda vez que se pretende avanzar hacia la acción, o sea hacia la ejecución de un plan, es necesario clasificar las variables en CONTROLABLES Y NO CONTROLABLES por la autoridad responsable del mismo. Precisamente, lo que acontece en la economía global y, especialmente, en el mundo financiero, debe tomarse en cuenta a pesar de su volatilidad, tratando de disponer de información y probabilidades de los principales acontecimientos o eventos posibles elaborando alternativas de respuesta. Este grupo constituiría el principal de naturaleza NO CONTROLABLE.
Paralelamente, la política nacional, provincias y municipios, CONTROLAN la política monetaria, fiscal (ingresos, gastos y déficit), cambiaria e inflacionaria. Precisamente, al haberse adoptado una política económica gradualista, adquirieron importancia conceptos claves como convergencia hacia las metas en el 2019(inflación, déficit fiscal, emisión monetaria y endeudamiento), la reconversión de variables macroeconómicas del consumo hacia la inversión y las exportaciones y una recuperación progresiva y lenta del nivel de actividad.
Lo peor que puede ocurrir en cualquier organización, como sería en este caso la economía y sociedad argentina, es descuidarse respecto a lo que NO se controla y, paralelamente, NO hacer lo necesario y óptimo en cuanto a lo que debería CONTROLARSE. Así es como el déficit fiscal se redujo, pero no en el nivel necesario, su financiamiento con emisión monetaria mejoró pero no en el nivel necesario, el control del gasto tanto en función del PBI como a nivel nominal, mantuvo elevados los niveles de emisión, obligando a emitir letras de tesorería para neutralizar la cantidad de dinero y elevar la tasa de interés a niveles reales respecto de la inflación a fin de catalizar la presión sobre el dólar. Es decir, el plan gradualista se venía cumpliendo, pero, no a los niveles necesarios para generar confianza y certidumbre, sobre todo para los inversores externos.  Son precisamente estos últimos, que observaban detenidamente la evolución del plan gradual para analizar si era, sobre todo, confiable y de menor riesgo en el mundo de países emergentes, continuar apoyando a nuestro país.  Debe tenerse en cuenta que, debido a que el plan gradual NO se cumplía según las metas que deberían converger al 2019, la deuda pública que se tomaba a nivel interno e internacional, era creciente.
La anterior conclusión permite observar con mayor claridad la naturaleza del plan gradual adoptado por el Gobierno : el déficit fiscal respecto al PBI debía ser DECRECIENTE, la emisión monetaria reducirse progresivamente como consecuencia de lo anterior, el mercado cambiario tender a estabilizarse alrededor de una cotización sin deterioro en términos reales, la inflación subir cada vez a una menor tasa mensual permitiendo la recomposición salarial y el consumo y el PBI mejorar paulatinamente en función de la inversión y las exportaciones.
A partir del análisis anterior, aparece el TERCER ASPECTO A DESTACAR: Como las variables No controlables a nivel mundial evolucionaron negativamente derivando fondos prestables de los países emergentes hacia EEUU, se complicó gravemente la renovación de títulos para el financiamiento del déficit fiscal, basados sobre todo en que nuestro país NO realizaba estrictamente las tareas que garantizaran la convergencia hacia el 2019 y su riesgo país aumentaba. Debe tenerse en cuenta que al momento de la crisis en el mercado cambiario, Argentina no era sino “país de frontera” y, luego, en plena crisis y ya con el acuerdo del FMI avanzado, pasaría a ser “emergente”. Esto dio lugar a que el resto de los emergentes, menos endeudados a nivel internacional, evolucionaran más favorablemente que nuestro país respecto a la salida de fondos de los inversores, atendiendo a la elevada vulnerabilidad externa de Argentina derivada del NO cumplimiento en los niveles que correspondían de las previsiones del Plan gradualista.
Es decir que la crisis cambiaria resultó, en la práctica, una consecuencia de la concurrencia de cambios negativos importantes en las variables NO controlables y, paralelamente, falta de decisión política o fuertes condicionamientos en la política doméstica, sobre las variables controlables. 
Por todo lo anterior, ¿HACIA DÓNDE DEBERÍA IR ARGENTINA a partir de julio de 2018? La respuesta a este importante interrogante está muy condicionada por el plazo de análisis. Por ello al inicio de estas consideraciones se planteara que era necesario definir una visión de futuro, aunque con plazos no muy largos, atendiendo a que la crisis cambiaria ha tenido efectos concretos sobre la realidad económico-social, desvirtuando la convergencia positiva que la estrategia gradualista había producido hasta ese momento. Es decir, ya se dieron los efectos negativos como una simbiosis de las variables no controlables con lo controlable. Por ello en lo inmediato, es decir en el período Julio-Octubre, lo importante es estabilizar el mercado cambiario y tratar de recuperar los efectos negativos sobre varios aspectos de la realidad.
El primer mecanismo económico-social ordenador de importancia es la reapertura de las paritarias en todos los sectores que permitan recomponer el salario real y recuperar el consumo. El segundo aspecto es el referido al mundo de las pequeñas y medianas empresas, base del empleo, tratando de recuperarlas de la caída del mercado y facilitar el apalancamiento con crédito de corto plazo hasta que se recompongan los niveles de actividad y definan los nuevos valores del salario y del empleo. El papel de la banca pública y privada será clave en este sentido, aunque por la propia realidad post crisis, deberán enfrentar tasas de interés reales no menores a la inflación prevista del 30% por lo menos. El tercero y muy importante es resguardar el poder adquisitivo de los jubilados y pensionados. Adicionalmente, el impacto sobre el empleo podrá diferirse siempre y cuando este período restaurador de los niveles de actividad a marzo de 2018 se haga lo más corto posible. Evitar una caída importante del consumo en el corto plazo, vinculará la recuperación del poder adquisitivo de las familias vía paritarias o mercado de trabajo con los mecanismos de propagación de la inflación, tanto por parte del sector privado como público, que adelantan precios en función de una expectativa de no menos del 30% anual sin tomar en cuenta que en Junio, como muy elevada, llegó al 3,7% mensual y tendería alrededor del 2% mensual hacia el segundo semestre, si se cumplen las previsiones con el FMI. El elevado nivel negativo de la balanza comercial, deberá esperar la recuperación del campo para el 2018/2019 y el éxito del nuevo responsable del área industrial en cuanto a exportaciones industriales y competitividad.
Los anteriores puntos deben efectivizarse antes de que llegue LA HORA DE LA VERDAD PARA LA SOCIEDAD ARGENTINA en el corto plazo.  La hora de la verdad estará definida por el PRESUPUESTO 2019. Todos los pasos que están dando los nuevos ministros y el presidente del Banco Central dependen, sobre todo, de la reducción del gasto público a todos los niveles, es decir, la variable que permitirá decantar la expectativa internacional a partir del acuerdo con el FMI, será el control del déficit fiscal global como causa central de la inflación, que no se constituye en una imposición del acuerdo con el FMI, sino en una necesidad social primaria originada en el no cumplimiento del Plan gradual definido el Diciembre de 2015.
La variable que permitirá ir hacia un NUEVO PLAN  GRADUAL será la convergencia HACIA TASAS DE INFLACIÓN ESTIMADAS EN EL 17% PARA EL 2019. No descuidar que, para 2018, se estima una inflación no menor al 30%.  La CONTRACARA DE ESTE NÚMERO ES EL CONTROL DEL GASTO PÚBLICO CONSOLIDADO Y SU EFICIENCIA PRIVADA Y SOCIAL.
Por lo tanto, aparece a esta altura el condicionamiento político a la política económica y social. El Gobierno Nacional debe plasmar en el Presupuesto 2019, VISTO COMO PLAN ECONÓMICO ANUAL, las restricciones en el gasto y la asignación de recursos en base a prioridades.  Lo que debe tenerse en cuenta es que debido al no cumplimiento del originario plan gradual, el momento “’optimo” se traslada del 2019 al 2021/23 en función de los nuevos plazos que se acuerdan con el FMI en base a las metas de déficit, inflación y pautas monetarias y cambiarias. Pero, el Presupuesto 2019 debe contemplar la relación Nación-Provincias, tanto en general como en las transferencias unilaterales del Tesoro para obras y acciones locales. Ya se están realizando reuniones a distintos niveles para definir este instrumento clave en este momento del inicio de una nueva etapa del gradualismo.
Por ello cabe preguntarse ¿HACIA DÓNDE VAMOS?  Debe verse esta etapa como una responsabilidad de toda la dirigencia argentina.  Pero, la propia conflictividad económica, social y política vigente en nuestra sociedad nos ha llevado a perder etapas y efectividad en la superación de la situación vigente a Diciembre de 2015.  Por ello, todo el esfuerzo social, a partir de Julio de 2018, tratará de conseguir un OBJETIVO PRIMARIO como es el logro de un orden macroeconómico básico: monetario, fiscal, cambiario e inflacionario, no ya en 2019 sino al 2023. A partir del cual será posible retomar objetivos más estratégicos y estructurales que nuestra sociedad lleva décadas sin conseguir, no solamente en materia de crecimiento sino, sobre todo, de justicia distributiva.  No olvidar que tenemos no menos de un 30% de pobres que nos interpelan y requieren soluciones sustentables de mediano y largo plazo, no solamente superar esta coyuntura.
En este sentido, no debemos pensar que estamos en el logro de elevadas metas, sino solamente tratando de superar una situación crítica y tender a un objetivo de orden macroeconómico básico a partir del cual podamos construir un futuro siempre anhelado.

Para terminar, es necesario realizar una advertencia a la dirigencia en general: Mucho se está insistiendo en que la superación de la crisis energética viene fundada en el proyecto de Vaca Muerta y en arribar a exportar energía.  Si se piensa en que el aporte de divisas de Vaca Muerta más el agro pueden llevar a una oferta de divisas que provoquen una sobrevaluación del tipo de cambio real que condicione la competitividad del sector industrial, base del valor agregado y del empleo, paralelamente a los cambios propuestos para la crisis, la competitividad del sector industrial y de toda la economía constituyen un desafío central si se desea superar la pobreza.  Para ello quedan, solamente, no más de cinco ejercicios o, como máximo, la próxima década. Pero, estamos entretenidos en el corto plazo. Mientras ello ocurre, no olvidar que nos esperan grandes objetivos cuyo diferimiento se expresa en pobreza y miseria.

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